domingo, 3 de agosto de 2014

Capitulo Doce

Está lloviendo, gotas húmedas resbalan por mi cara. Sin embargo, hace un calor sofocante.
Siento un movimiento de vaivén de bajo de mi,como si alguien o algo me estuviera arrastrando.
Mi cabeza palpita. Durante un instante de pánico me doy cuenta de que no recuerdo nada, ni siquiera mi nombre. Antes de que todo vuelva a mi, y el pánico se ha sustituido por terror.
Intento abrir los ojos varias veces. Pero mis parpados pesan mucho más de lo que estoy acostumbrada.
Me revuelvo. No sirve de nada. Algo me agarra y la vuelta del pánico hace que consiga abrir a mis ojos. Unas manchas oscuras obstaculizan mi visión, pero puedo ver algo parecido a unas manos (demasiado peludas y huesudas) alzándome del suelo.
Cuando el ser me levanta puedo observar que estoy en una explanada de arboles, hay una pequeña construcción en medio del claro, pero está ardiendo. ¿Cómo he llegado yo hasta aquí? ¿La sombra me trajo? ¿Ellas pueden hacer eso? ¿Por qué la casa está en llamas?
Entonces uno el dolor palpitante e insoportable de mis manos con el fuego de la casa.
Supongo que yo hice esto -si es que realmente puedo hacer eso-. Tengo que aprender a controlarme. Sea como sea que esto se controla.
Antes de girarme para ver a mi salvador(o secuestrador según se mire), veo algo más.
El vello de la nuca se me eriza. Al principio me calmo pensando que otra de esas manchas oscuras  que me impiden la visión. Pero no, es escarlata y se extiende por el suelo de hojarasca.
Y entonces caigo en un sueño.
 Estoy en el salón de una casa enorme, hay una vieja chimenea de piedra justo en el centro y, al lado, un par de sofás, una mecedora y una mesa de cristal sobre una gran alfombra de color azul.
Hay una pareja en uno de los sofás.
Un momento. Creo que recuerdo esto, ¿cómo es posible?
¿Qué se supone que es esto?
Me fijo en la pareja. No puedo verle la cara al hombre, pero estoy segura de que es padre, Dean. Está abrazado a una mujer. Mi madre. Y está embaraza, de mi.
-¡Mamá! ¡Mamá! -una niña se acerca corriendo al sofá. Tendrá unos diez años, es delgaducha y alta, una maraña de rizos cobrizos enmarca su cara, pálida y algo pecosa. Rousse. 
-¿Cómo que mamá? ¿Y qué pasa conmigo? -Parece feliz, parecen felices.
Rousse sonríe, se coloca de rodillas en el sofá, en medio de nuestros padres, y le obsequia con un beso en la mejilla.      
-Nada, a ti también te quiero, ¿ves?
Él ríe.
-Bueno a ver, ¿qué querías?  
Ro muestra un libro.
-El abuelo Charlie .¿el abuelo Charlie? Ella lo conoció- me lo ha prestado, dice que puedo leerlo, ¿puedo? ¿Por favor?
Hace un puchero.
Nuestros padres cruzan una mirada, primero papá suspira y luego mamá asiente. Es infinitamente extraño volver a llamarlos “papá y mamá”.
Rousse sonríe y les abraza antes de ir corriendo a sentarse en la mecedora.
Entonces me fijo, mi madre parece muy enferma, como si padeciese algún tipo de enfermedad que le consumiera. Oh, ¡cierto! La padece, yo.
Intenta levantarse pero no lo consigue y vuelve a caer al sofá.
-¡Cariño! No deberías haber hecho eso, ¿qué te ocurre? ¿Quieres algo? ¿Un vaso de agua? -mamá no contesta. Se ha quedado inmóvil, mirando su vientre- ¿Cariño? Dime que te pasa, ¿estás bien?
Los ojos de mi madre se empiezan a llenar de lagrimas y después los alza, buscando los de mi padre -Ha llegado el momento -dice, y se pasa las manos por el vientre sin dejar se sonreír y llorar a la vez.
-¡¿Qué?! ¡Oh no! Voy a llamar ahora mismo a una ambulancia.
-¡No! No, no llames a nadie.
-¡¿Qué?! Pretendes traer a nuestra segunda hija al mundo... aquí?
Mamá asiente
-¿A qué vienen esos gritos? -es Chad pero no parece Chad- ¿Hija?
Otro gesto de asentimiento por parte de mi madre.
Charlie pone gesto serio y mira a mi padre y a Rousse.  
-¿Qué pasa con...? -mi madre alza una mano. Impidiéndole continuar.
Acoge las manos de mi padre entre las suyas y le da un beso antes de agacharse para abrazar a Rousse y darle un largo beso en la frente.
Vuelve a coger las manos de papá.
-Perdóname por esto Dean.
-¡¿Qué?! ¡No! Mierda, Aheleen. ¿Qué está ocurriendo? ¡¿De qué narices habláis?!
-¿Mami? -Rousse está temblando.
Maldita sea. ¡Yo! ¡Yo soy la culpable de la destrucción de mi familia! ¡Soy un monstruo!
Me sorprende ser capaz de llorar en esta especie de trance. Pero mis lagrimas precipitan hacia al suelo con un sonido ahogado, formando un pequeño charco.
-Tengo que salvaros. Os quiero. No voy a permitir que se cumpla esta estúpida profecía. Al menos no esta parte.
Mi padre tiene a Ro en brazos que llora contra su hombro.
-¿A qué te refieres, Aheleen? ¿Qué parte de la profecía?
Mi madre cierra los ojos antes de hablar. No sé si por el dolor que esto le causa o por el de mi nacimiento.
Abre los ojos antes de hablar, mirando fijamente a mi padre.
-Espero que recuerdes que te amo. -comienza a entonar una melodía. No distingo lo que dice, habla demasiado rápido. Sin embargo, no sé como, puedo distinguir palabras en irlandés y... En latín.
Cuando termina su melodía todo está en silencio. Papé y Rousse están callados con la mirada perdida.
Chad coge a Rousse entre sus brazos y arrastra a mi padre por los hombros.
-Los llevare a un lugar seguro. Volveré pronto.
Mamá asiente, antes de comenzar a gritar.

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Un parto no es bonito. Sangre y gritos. Nada agradable.
Cuando mamá cae desmaya de puro agotamiento Chad ya está lavando al bebe. Quiero decir: a mí, me está lavando a mí..
Resulta muy extraño verse así. Un bebe larguirucho, sonrosado y con unos pocos cabellos dorados. Nada en especial. La causa de la muerte de Aheleen Evans. Tan solo un bebe lloroso. La destrucción de la familia Evans. Un monstruo en el cuerpo de una niña. Una bestia dentro de mí.
La casa empieza a retumbar. Ruidos de golpes por todas partes. Gritos. ¿Qué está pasando?
Más golpes.
-Aheleen, Aheleen despierta. Chad, mi abuelo, me sostiene en uno de sus brazos mientras que con el otro zarandea a mi madre- ¡Aheleen! -me deja un momento en el regazo de mamá y le inspecciona el rostro.
Me invade el pánico. Y sí... ¿Y si ya la he matado?
-Aheleen vamos, tienes que despertar -Chad luce impaciente pero persiste con los susurridos.
-No puedo hacerlo yo todo hija. Despierta, sé que puedes oírme. Tienes que salir de aquí, tienes que salvar a tu pequeña.
Los ruidos aumentan.
Chad tiene la pinta de haberse bebido cinco tazas de café solo seguidas.
-¡Aheleen!
Mamá abre los ojos con fuerza y yo suelto todo el aire que no sabia que había estado conteniendo.
Sus ojos primero recaen en mi abuelo y luego en mí. Pasa el dorso de su mano por mi mejilla y mira a Chad.
Tiene pinta de querer decir algo pero unos ruidos, como de pisadas, la interrumpen. ¿Es qué existen los gigantes? Los pasos resuenan tanto que yo diría que sí.
Las pupilas de los ojos de mi madre se contraen de terror y Charlie está lívido.
-Ya están aquí -dice- acaban e conseguir romper la protección del jardín. No tardaran mucho más con la de la casa; así que sera mejor que tú y la pequeña os vayáis y rápido.
Mamá asiente, me coge en brazos y se pone en pie.
-Rousse y Dean siguen asimilando el hechizo, los he dejado con Jeff y el pequeño Eliott, los sacaran del país en cuanto aparezcas.
Ella se queda paralizada.
-¿Cómo que en cuanto aparezca? ¿Y tú?
Las arrugas alrededor de los ojos de Chad desaparecen y adopta una postura paternal.
-Cariño, he vivido mucho. He sido más feliz de lo que soy capaz de recordar y sin duda mucho más de lo que merecía. Pero ya es hora de que me reúna con tu madre. Os cubriré cuando ellos aparezcan, te protegeré tanto como me sea posible. ¿Quien sabe? Quizá tú también te puedas librar de la maldición.
Maldición. Justo lo que necesitaba oír. Yo ya sabia que esto de la profecía no es mas que una maldición encubierta. Pero no necesitaba que me lo recordaran. Gracias abuelo.
Mamá asiente de nuevo y empieza a correr hacia la chimenea, espera; ¿la chimenea?
-Espera Aheleen -ella se gira- ¿Ya has decidido su nombre?
Mamá sonríe y me mira.
-Saoirse.
Chad suelta una pequeña carcajada
-Muy apropiado.
Y precipita hacia unas escaleras que descienden hasta la entrada.




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