domingo, 25 de mayo de 2014

Capitulo Ocho

-¿Seguro qué estás bien? -los ojos de Rousse, llenos de preocupación, me conmueven.
-Estoy bien -no lo estoy, tengo la sospecha de que  he sido yo quien provocado el terremoto, cómo con el trueno. Sé que es enrevesado, mas que eso, imposible. Ningún ser humano es capaz de  crear truenos o provocar terremotos.
Ha de haber alguna explicación lógica, igual que para mis alucinaciones. Sin embargo hay un maldito “pero” que no para de martillear me la cabeza.

Rousse me mira un rato más; siempre he pensado que mi hermana es muy guapa. Su piel pálida, sus labios carnosos y rojos, nariz pequeña, un cabello medio ondulado de un color perdido entre el cobrizo y marrón y sus ojos, de un color verde siempre cálido. Son los ojos que recuerdo al despertar de una pesadilla.

-Vale -mueve la cabeza de un lado a otro como para despejarse- Entonces me voy a duchar, creo que se me ha pegado un poco el olor del taxi. -Me río fuerte.
-Sí -bromeo- sera mejor que te des esa ducha, y rápido.   
Mi hermana me empuja suave y yo me río más. Creo que me estoy pasando un poco, pero la risa parece tener efectos medicinales. Así que disfruto de la sensación del aire saliendo a borbotones de mi garganta.
Ro hace un mohín enfurruñado y yo me sigo riendo.
Al final ella niega con la cabeza y sonríe.
Me abraza cuando me calmo y después desaparece tras la puerta del baño.

Me tumbo boca arriba en la cama de la izquierda, mi cama.
La cama es cómoda, el servicio de habitaciones ha traído chocolate con leche a la taza, y fuera el cielo esta de un gris precioso aun que no llueve ni hace frío.  Todo es perfecto, no creo que ni en Ibiza estuviese también.
Pero ojala estuviese allí.
Decido llamar a Al aun que no hace ni veinticuatro horas desde la ultima vez que hable con ella.
A los tres tonos salta el contestador.
-Este es el contestador de Alicia para mi madre, Ali para los amigos y Al para Serch -sonrío al oír esa parte. Cuando lo grabo me mando un mensaje diciendo que la llamara que era urgente, así que la llame preocupada, y después le dije en el contestador que era una capulla por asustarme, pero me estaba riendo, y se notaba.- si no te cojo el teléfono, es o por que no puedo o por que te estoy ignorando. Así que deja tu mensaje y ya te llamare si me apetece. -se escucha un pitido y cuelgo.

Cierro los ojos un momento y suspiro.
Al abrirlos, el Alma está aquí.

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